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Cuidar de la salud emocional del equipo es saludable para las organizaciones

Las empresas que invierten en programas de bienestar emocional corporativo reducen costes y pérdidas, al tiempo que generan condiciones óptimas para desarrollar su potencial.

Las personas en escenarios de presión o amenaza a nuestra estabilidad, reaccionamos con respuestas físicas y emocionales derivadas del estrés que sentimos. Si estas situaciones no se resuelven en un tiempo razonable, terminamos agotadas y desmotivadas con todas sus consecuencias.

La OMS, Organización Mundial de la Salud, define el bienestar emocional como “estado de ánimo en el que la persona se da cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, trabajar productivamente y contribuir a la comunidad”.

Dado que al menos el 30% de nuestras vidas las dedicamos al trabajo, no sorprende descubrir que el 40% de los problemas emocionales tienen su raíz en el entorno laboral.

En este marco, las situaciones que resultan estresantes se relacionan con factores como un clima organizacional deteriorado, con posibles problemas de comunicación entre los miembros del equipo o con conflictos difíciles de resolver sin ayuda externa.

En otras ocasiones, puede tener su origen en la sobrecarga de trabajo, en los desajustes entre las funciones que se exigen a la persona y las que figuran en las descripciones del puesto de trabajo o en no contar con la formación necesaria.

Las deficiencias del estilo de liderazgo son otra posible causa que por ejemplo se refleja en la falta de reconocimiento y las bajas expectativas en la repercusión del trabajo realizado.

El estrés prolongado, puede derivar en estados de ansiedad, incluso llegar a sumirnos en depresión. En un intento de adaptarnos, adoptamos actitudes de supervivencia que consisten en hacer lo justo e imprescindible, pero sin chispa, sin implicarnos un poco más allá. Algunos expertos lo denominan quite quitting, la renuncia silenciosa.

Otra consecuencia, es terminar sufriendo el síndrome de burnout, una reacción desadaptativa frente al estrés que se origina a causa de la diferencia que el trabajador percibe entre cómo es su realidad cotidiana y cómo cree que debería ser.

Todas estas realidades tienen consecuencias para las partes implicadas: el empleado/a sufre sin ver salida, el ambiente en el trabajo se ve afectado, la imagen de la empresa se puede ver comprometida y se producen pérdidas económicas.

Las cifras se han disparado en los últimos años y demuestran el alto coste que tienen la falta de prevención y de atención adecuadas.

En el ámbito laboral, las enfermedades relacionadas con el bienestar emocional y la salud mental son las que ocupan el segundo lugar como causas de baja médica, solamente precedidas por las musculoesqueléticas.

En los últimos seis años, el período de duración de estas bajas se ha incrementado en un algo más de un mes, pasando de 9,5 a 14 semanas.

En 2021, el coste de las más de 55.000 bajas sobrepasó los 370 millones de euros, sin incluir los importes por la atención clínica ni los costes indirectos derivados de las necesarias sustituciones de las personas afectadas. A esto debemos añadir que, para cuando un/a profesional de la salud resuelve dar una baja a un trabajador/a, éste/a lleva tiempo afectado y su rendimiento también.

Somos resilientes por naturaleza, pero con las herramientas adecuadas lo somos más. La formación, el apoyo profesional y la adecuada cultura empresarial son fundamentales.

La necesidad de abordar la implantación de medidas para cuidar de la salud emocional de las plantillas es una realidad que a las empresas les interesa enfrentar cuanto antes y, a la luz de los datos, queda patente que convertirse en una Organización Saludable es rentable.

Afortunadamente, hay soluciones efectivas. Son muchas las compañías que han tomado decisiones relevantes en este sentido y dan prioridad a la salud emocional, poniendo en marcha programas de bienestar emocional corporativo con servicios de atención psicológica, formaciones, talleres y otras acciones.

A raíz de estas actuaciones, se han dado cuenta de que sus empleados/as solo se han decidido a pedir ayuda psicológica tras implantar estas políticas y normalizar la importancia de la salud emocional.

Otras, incluso han constatado la reducción del número de accidentes laborales.

Las plantillas equilibradas emocionalmente tienen todo su potencial disponible y no les resulta difícil tener activa la motivación para dar lo mejor de sí mismos.

La conclusión evidente es que aplicar estas políticas de cuidado e implantar un programa de Bienestar Emocional para evolucionar hasta convertirse en una Organización Saludable Emocionalmente proporciona beneficios tangibles y cuantificables que superan la inversión en ellos.



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